NEHEMIAS
Autor y fecha
Aunque gran parte de este libro fue claramente extraído de los diarios personales de Nehemías y escrito desde la perspectiva de Nehemías en primera persona (1:1-7:5; 12:27-43; 13:4-31), tanto las tradiciones judías como cristianas reconocen a Esdras como el autor. Esto está basado en evidencia externa de que Esdras y Nehemías eran originalmente un libro como se refleja en la LXX y la Vulgata; también está basada en evidencia interna tal como el tema continuo de "la mano de Jehová" el cual domina tanto a Esdras como a Nehemías y el papel del autor como un sacerdote-escriba. Como un escriba, él tenía acceso a los archivos reales de Persia, los cuales explican la multitud de documentos administrativos que se encuentran registrados en los dos libros, especialmente en el libro de Esdras. A muy pocas personas se les habría permitido tener acceso a los archivos del Imperio Persa, pero Esdras fue la excepción (Esd 1:2-4; 4:9-22; 5:7-17; 6:3-12).
Los acontecimientos en Nehemías 1 comienzan a finales del año 446 a.C., el año 20 del rey persa, Artajerjes (464-423 a.C.). El libro sigue cronológicamente a partir del primer término de Nehemías como gobernador de Jerusalén alrededor del 445-433 a.C. (Neh 1-12) a su segundo término, posiblemente comenzando alrededor del 424 aC. (Neh 13). Nehemías fue escrito por Esdras en algún momento durante o después del segundo término de Nehemías, pero no después del 400 a.C.
Contexto Histórico de Nehemías
Fiel a la promesa que Dios hizo de juicio, Él trajo a los asirios y a los babilonios para disciplinar a Judá e Israel, quienes habían desobedecido. En el 722 a.C. los asirios deportaron a las diez tribus del norte y las dispersaron por todo el mundo que en ese entonces se conocía (2 R 17). Varios siglos después, alrededor del 605-586 a.C., Dios usó a los babilonios para saquear, destruir y casi despoblar a Jerusalén (2 R 25) debido a que Judá había persistido en su infidelidad al pacto. Dios disciplinó a su pueblo con setenta años de cautividad en Babilonia (Jer 25:11).
Durante la cautividad de los judíos, el liderazgo del imperio mundial cambió de manos de los babilonios a los persas (alrededor del 539 a.C; Dn 5), después de lo cual Daniel recibió la mayor parte de su revelación profética (c.p. Dan 6, 9-12). El libro de Esdras comienza con el decreto de Ciro, un rey persa, estableciendo el regreso del pueblo de Dios a Jerusalén para reconstruir la casa de Dios (alrededor del 539 a.C.), y narra el establecimiento del calendario nacional de Judá de festividades y sacrificios. Zorobabel y Josué guiaron el primer regreso (Esd 1-6) y reconstruyeron el templo. Ester da un vistazo de los judíos que se quedaron en Persia (alrededor del 483-473 a.C.) cuando Amán intentó eliminar a la raza judía. Esdras 7-10 relata el segundo regreso guiado por Esdras en el 458 a.C. Nehemías relata el tercer regreso para reconstruir el muro alrededor de Jerusalén (alrededor del 445 a.C.).
En ese entonces en la historia de Judá, el Imperio Persa dominaba el mundo entero del Oriente Medio. Su administración de Judá, aunque llevaba a cabo con una mano relajada, tenía en mente rebeliones o cualquier señal de insurrección por parte de sus vasallos. Reconstruir los muros de ciudades conquistadas presentaba la amenaza más visible para la administración central persa. Solo en un confidente cercano del rey mismo se podía confiar para tal operación. En el punto más crítico de la revitalización en Judá, Dios levantó a Nehemías para llevar a cabo una de las responsabilidades de mayor confianza en el imperio: el copero y confidente del rey. La vida bajo el rey persa Artajerjes (alrededor del 464-423 a.C.) tenía sus ventajas para Nehemías. Así como José, Ester y Daniel, él había alcanzado un papel significativo en el palacio que en ese entonces gobernaba al mundo antiguo, una posición a partir de la cual Dios lo podía usar para guiar la reedificación de los muros de Jerusalén a pesar de sus implicaciones para el control persa de esa ciudad.
Otras varias notas históricas son interesantes. Primero, Ester fue la madrastra de Artajerjes (Est 1:9) y pudo fácilmente haberlo influenciado a que viera amablemente a los judíos, en especial a Nehemías. En segundo lugar, las setenta semanas proféticas de Daniel comenzaron con el decreto a reconstruir la ciudad dado por Artajerjes en el 445 a.C. (capítulos 1, 2; Dn 9:24-26). En tercer lugar, los papiros elefantinos (documentos egipcios), fechados en la última parte del siglo V a.C., apoyan el relato de Nehemías al mencionar a Sanbalat el gobernador de Samaria (2:9), Johanán (6:18; 12:23), y el hecho de que Nehemías fue reemplazado como gobernador de Jerusalén por Bigvai (alrededor del 410 a.C.; Neh 10:16). Finalmente, Nehemías y Malaquías representan los últimos escritos canónicos, tanto en términos del tiempo de los acontecimientos ocurridos (Mal 1-4; Neh 13) como en el tiempo cuando fueron registrados por Esdras. De esta manera los siguientes mensajes de Dios para Israel no vienen, sino hasta después de más de 400 años de silencio, después de los cuales los nacimientos de Juan el Bautista y Jesucristo fueron anunciados (Mt 1; Lc 1, 2).
Teniendo la revelación completa del AT de la historia de Israel previa a la encarnación de Cristo, los judíos aún no habían experimentado la plenitud de los varios pactos y promesas de Dios para con ellos. Mientras que había un remanente judío, como se le prometió a Abraham (Gn 15:5), no parece ni siquiera ser tan grande como en el tiempo del éxodo (Nm 1:46).Los judíos ni poseyeron la tierra (Gn 15:7) ni gobernaron como nación soberana (Gn 12:2). El trono davídico estaba desocupado (2 S 7:16), aunque el sumo sacerdote fue de la línea de Eleazar y Finees (Nm 25:10-13). La promesa de Dios a consumar el nuevo pacto de redención esperaba el nacimiento, crucifixión y resurrección del Mesías (He 7-10).